Enfermedades por los gatos y el miedo
Quienes gustan de los gatos no pueden engañarse: cohabitan con un ser de incierta sumisión y muy relativa docilidad; entienden que la convivencia será solamente parcial, y aceptan la oscuridad...
Dermatólogo. Alergólogo. Estética-----Igualatorio--C/Castilla 10, Bajo. Santander, Cantabria. PIDA CITA
La consulta de dermatología es sitio donde solemos ver las uñas, tanto por causa de las enfermedades que pueden manifestarse en ellas, como para el cuidado de su valor estético. Y aquí vamos a hablar de cuidar las uñas. Pero donde no suelen tener ninguna presencia las uñas es en el cine. Reparemos que en las películas no es habitual que se nos muestren deliberadamente las uñas de los actores (un plano detalle de la mano a lo Bresson), y más raro que veamos al protagonista con las uñas sucias. Esto precisamente ocurre en Bright Star, película que desarrolla los últimos años de la corta vida del poeta John Keats y su relación con Fanny Brawne.
En esta entrada iremos desde la consulta de dermatología hasta el cine. Así, empezaremos primero con la prosa: cómo cuidar las uñas del común de los mortales. Y luego seguiremos con la poesía: las descuidadas uñas del inmortal Keats en la película de Jane Campion. Para terminar haremos un regalo: una novedosa traducción de Astro brillante, el soneto.
Bright Star es la película de Jane Campion anterior a la reciente y muy premiada El poder del perro. Quizá no ha sido suficientemente apreciada, pero yo encuentro en Bright Star los mayores logros de Jane Campion como cineasta. Y hay buenas razones para hablar de ella después de haber aconsejado cómo cuidar las uñas.
En 1818, en las afueras de Londres, la joven Fanny Brawne vive con su madre y sus hermanos y tiene como vecino al poeta John Keats. La película desarrolla la historia de amor entre ambos, hasta la muerte de Keats tres años más tarde, cuando este tenía veinticinco. Es una historia bien documentada la de ese corto periodo durante el cual Keats creó lo mejor de su obra, y aquí se aborda desde el punto de vista de Fanny.
Podríamos decir: Una película de época, con el cuidadosísimo detalle del cine británico y una historia de amor trágico. Pero pensar solo eso puede ser equivocado y ha llevado a muchos a encontrar insatisfactoria la película. Es mejor no esperar de esta película una historia de amor ni una biografía. Bright star cuenta la historia real de un primer amor, pero es ante todo la historia de la transformación de una vida por el arte. O la de dos vidas en su viaje sin retorno a la poesía.
La estructura de la película es tan clásica que puede situar al espectador en la comodidad y crear expectativas que no se cumplan. Pues los momentos “emocionantes” de la historia no aparecen donde se esperan. El argumento sí está compuesto por la partes que pueden ser convencionales, pero hacia la parte final no encontramos ese “gran final” que podría esperarse de una estructura narrativa clásica.
Puesto que en la historia (la real y la de la película) la enfermedad fue parte fundamental de la vida de Keats desde el principio de lo que se nos narra —primero como cuidador de su hermano, y luego como enfermo, él mismo—, decir que el final de la película está determinado por la tuberculosis no destripará nada. Pero sí es un poco “spoiler” lo que escribo a continuación.
Sucede en Bright Star que la tuberculosis se erige en gobernante de estas vidas, como ocurrió en tantas otras de aquel siglo. Y de la misma manera que la enfermedad trastorna las expectativas de las vidas, en esta película parece querer frustrar las del espectador. Así, durante los últimos diez minutos de película ya no volveremos a ver a Keats. Exactamente de la misma manera que en la historia real Fanny no volvió a verlo desde el día en que se despidieron en Londres al partir él hacia Roma, donde moriría tres meses después. En la película de Campion una elipsis omite los últimos meses de la enfermedad de Keats, los que transcurrieron en Italia. No veremos a Keats en Italia, aunque mientras se lee la carta que da noticia de su final a sus allegados sí hay un breve flash-back, con el ataúd en el que fue sacado de la casa número 26 de Plaza de España en Roma.
Es un final anticlimático. Y a muchos les resultará falto de emoción que la historia se salte los últimos meses de vida de un protagonista. Pero en esta película es a Fanny a quien hay que seguir, hasta su desmoronamiento al conocer la noticia del deceso. Hay que reparar en que se nos priva de asistir a la agonía de Keats, pero en su lugar se nos muestra la vida de los otros personajes durante esos meses, que siguen con sus afanes, tienen hijos…Es decir, en el final de la película se cambia el foco para enfatizar que durante el tiempo en que Keats agonizó en Roma la vida continuaba en Inglaterra para todos los demás. Y también entendemos que la vida de Fanny ya había levantado el vuelo y seguirá ajena al mundo cotidiano (evidentemente, si no hubiese conocido al poeta, y a la poesía, esta vida sería tan normal como la de los demás)
En el aspecto formal, con esta elipsis tan al término de la película se arriesga a desagradar. Pero en lo argumental también hay algo que puede provocar extrañeza: el fehaciente dato biográfico de que la pareja ya comprometida aceptase separarse. Sorprende que aceptaran la separación en pos de una improbable recuperación del enfermo. Esto podría explicarse por el sentido del deber de Keats: con sus amigos que le habían pagado el viaje o con las indicaciones del médico, y también podemos elucubrar que la separación evitó el riesgo de que Fanny también se contagiara de tuberculosis. Pero bastará con decir que existe en Keats una trágica aceptación del destino, como manifiesta su obra.
…entonces a la orilla
del ancho mundo me quedo parado, solo y pienso
hasta que amor y fama se hunden en la nada.
(Keats. Cuando me asalta el temor a dejar de existir)
Suceden los últimos meses de la existencia de Keats pero ya no lo veremos en pantalla. No hay mayor derrota en esta vida que la de Keats, ni mejor medio para trasladarla a una película que el de la clamorosa omisión de su final. Sabemos de antemano que al fracaso en vida, le siguió el gran triunfo de su obra, que años después de su muerte alcanzaría la cima del reconocimiento en la poesía en lengua inglesa. Pero esta conclusión es innecesaria —aunque se sugiere al escuchar durante los créditos finales la voz de Keats en la oda a un ruiseñor (y hay el sonido de un ruiseñor en los primeros segundos de la película)—. Jane Campion nos impone otra conclusión: la vida de Fanny fue transformada antes de la separación física de ellos dos, y como nos indica el invernal plano final, transformada para siempre
Es obvio que la poesía forma parte consustancial del cine. Pero así como el cine se presta bien al tratamiento de otras actividades artísticas como la música, la pintura, la danza…, tratar cinematográficamente el proceso de creación o el disfrute de la poesía está mucho más limitado. No parece fácil impresionar la retina de los espectadores con escritores encorvados sobre un folio, garabateando y tachando palabras. Tampoco será tarea fácil para el cineasta convencer de la emoción de leer un poema. Las películas que lo han conseguido son muy pocas. Aquí ya tratamos la que creo que mejor ha llegado a la poesía como actividad cotidiana, y que además es una película poética : Paterson.
Puede que Bright Star no sea una película poética o una película cuya belleza emane del misterio, pero su reflejo del mundo de la poesía es magistral. En gran medida es una película de aprendizaje que se aborda desde el punto de vista de alguien que es ajeno a ese mundo pero decide iniciarse en él. Y probablemente haya sido también ese el caso de la directora, que ha reconocido un esfuerzo por iniciarse en la poesía equivalente al de Fanny. En paralelo con la historia de amor encontramos un arco de transformación de la protagonista que va desde el rechazo inicial a las tentativas de aproximación a la poesía, para terminar por asumir los goces y dolores de la vida dentro de una nueva realidad ajena al mundo material.
El cine y la poesía son universos sustentados en las metáforas. Y si Jane Campion era de antemano una directora cualificada por su gusto por extraer las posibilidades del cine para las metáforas visuales, es en Bright Star la película donde este rasgo de Campion resulta más apropiado. Así, las numerosísimas metáforas visuales en la película conectan con el universo poético, sin dejar de componer una narración clásica.
Su atención minuciosa, desde los planos de lo más pequeño (incluso lo microscópico, como es la ampliación del proceso de costura) a los cenitales paisajísticos (los tres personajes mojados y perdidos en el claro del bosque), revela los sentidos figurados que definirán a una película que como el soneto que le da título, se debate en la superación de los límites, los límites de la vida humana y los límites del arte.
Citaremos cuatro metáforas, una en cada parte de la película. En la parte de planteamiento de la historia encontramos destacable el contraste entre la afición de Fanny por los bailes —con estancias interiores que reflejan la aspiración a una felicidad mundana propia de su edad—, con la visita al hermano de Keats enfermo, en su lóbrega y maloliente habitación de agonía. Prefiguración de la que tendrá el poeta y premonición del cambio de vida que se avecina para Fanny.
Hay una muy obvia metáfora, pero basada en la realidad de que Fanny y Keats fueron vecinos y que realmente su amor estuvo separado por una pared: en una escena la pared representa el muro que interpone entre ambos las normas sociales (la consumación de su amor impedido por la pobreza de Keats). Y luego, en la última parte de la película, cuando los amantes parecen haber pasado por encima del primer muro, hay otra escena en la que la pared que separa sus habitaciones representa el ya el infranqueable muro de la enfermedad.
Y es luminosa la metáfora de la granja de mariposas, basada en las palabras de una carta de Keats que hemos escuchado poco antes. La felicidad le dura a Fanny el lapso de la vida de las mariposas, unos pocos días en los que vive esperanzada, hasta llegar la noticia de que Keats se reconoce fracasado y va a renunciar a su relación.
Casi deseo que fuésemos mariposas y viviésemos no más de tres días de verano. Tres de tales días contigo yo los colmaría con más deleite del que cincuenta años normales pudieran contener jamás
(Keats. Carta a Fanny Brawne)
Si hemos hablado de metáforas es porque queremos seguir hablando de uñas. Recordamos que hemos llegado a la poesía después de unos consejos para cuidar las uñas.
La metáfora de la pared que separa físicamente a los amantes que están a pocos centímetros uno del otro, aparece en dos momentos de la película con precisión significativa de ritmo y rima. Y una metáfora (y sinécdoque) con el encuentro de las manos de uñas sucias también se plantea dos veces, y ocurre tiempo después de cada una de las escenas de la pared. La unión de las manos como superación de los obstáculos que significaba el muro (primero el del mundo y luego el de la enfermedad).
La primera vez que aparecen “haciendo manitas” es después de que se hayan comprometido, a pesar de sus escasas expectativas de futuro. Marca el final de una parte de la película. Y es el momento en que recostado sobre el “afrutado pecho” de Fanny se recita el soneto que da título a la película.
El otro momento en que parecen las desaseadas manos del poeta, entrelazadas a las de Fanny es aún más dramático. Estamos ya hacia el final de la película y justo antes de que los jóvenes se despidan para siempre. Realmente esta escena es la despedida de los amantes. Aunque el adiós definitivo se nos mostrará en exteriores, rodeados de personas y con gran contención emocional, es inmediatamente antes cuando sucede esta escena de interior. Les vemos acostarse juntos, completamente vestidos, en una proximidad-alejamiento singular (“parental advisory”: presentar esta casta relación decimonónica arriesga a encontrarse con la incredulidad o, incluso con la sorna de los espectadores de nuestro tiempo). Las manos, los dedos, las uñas, el tacto… Es un punto final, y ya dice Keats “dudo que volvamos a vernos en esta tierra”
“El tacto tiene memoria”
(Keats. A Fanny”)
Así, encontramos las uñas del poeta en dos momentos significativos, y también como una rima. Puesto que su historia de amor se ha presentado siempre rodeada por la familia o los amigos, la escasa intimidad entre Fanny y John se hace más preciada, y se presenta en las escenas más importantes. Hay pocos acercamientos físicos, y en estas dos veces se manifiesta con las manos entrelazadas. Pero que las uñas de Keats se muestren sucias es un hallazgo magnífico de la minuciosidad de Campion (en algunos de los planos de manos de las películas de Bresson ya se había visto). Son las manos del escritor, que es también un trabajador manual de la tinta y el papel. Y las manos de quien no puede ni quiere atender al cuidado de su aspecto superficial, en confrontación con los brillantes e ingeniosos dandis, que eran el modelo por el que Fanny había mostrado predilección. Un poeta que no encuentra belleza ni verdad en cuidar las uñas. También son las uñas de quien no ha querido ejercer la medicina (la profesión que había estudiado durante más años que los que dedicó a la poesía, y que sí le hubiese permitido un sustento económico). Y las uñas de un enfermo. Las uñas nos dicen mucho.
Escuchamos poemas, o partes de poemas de Keats en este filme. Y conviene reparar en el momento en que aparecen. Así, creo que hay que mencionar el que me parece un punto de clímax, en el que se culmina tanto la historia de amor como el proceso de introducción a la poesía de Fanny. Es la escena en que recitan Bella dama sin piedad, entre Fanny y John, como si fuera un diálogo entre los dos. En esa escena los protagonistas ya saben que “en este mundo hay cosas imposibles” y que “la enfermedad ganará la partida”.
Y por supuesto, en la película aparece el famoso soneto Bright Star. Ya dijimos que Keats recita parte del soneto en el momento de la película en que, a pesar de malas expectativas de futuro se ha comprometido con Fanny. Y también será este el poema que recite Fanny en la soledad de un paisaje nevado, justo al final de la película. El soneto expresa un deseo de permanencia que supere la finitud de la vida humana, de algún tipo de vida, no con la constancia de una estrella (recurso clásico de la poesía) sino con la “sacralidad de los afectos”.
Para terminar, nada más oportuno que leer el soneto Bright Star. Pero encuentro que el disfrute en las traducciones al español es muy incompleto cuando solamente se conserva el significado de los versos. Así que incluso consciente de que traducir un poema de uno a otro idioma es una intervención de alto riesgo, y que la fidelidad de una traducción a la forma y al fondo suelen ser excluyentes, hemos querido elevarnos en las “invisibles alas de la poesía” (Oda a un ruiseñor). Parecía una misión imposible la traducción al español que conservase ritmo, métrica, rima, y el significado de cada verso de este soneto inglés. Pero nos hemos atrevido a intentar lo imposible, y lo ofrecemos aquí. Ustedes perdonarán el resultado.
Bright star! would I were stedfast as thou art— Not in lone splendour hung aloft the night, And watching, with eternal lids apart, Like Nature's patient, sleepless Eremite, The moving waters at their priestlike task Of pure ablution round earth's human shores, Or gazing on the new soft fallen mask Of snow upon the mountains and the moors— No—yet still stedfast, still unchangeable, Pillow'd upon my fair love's ripening breast, To feel for ever its soft fall and swell, Awake for ever in a sweet unrest, Still, still to hear her tender-taken breath, And so live ever—or else swoon to death.
¡Astro brillante! Fuese yo inmutable, no un fulgor que cuelga de la noche, y sin pestañear es vigilante de la natura, eremita insomne, de flujos de agua en su sacerdotal ablución al rondar costas humanas, ni contemplar que el suave temporal su máscara nevó en llano y montaña. No así, mas sí constante, nada muda, sobre mi hermosa, su afrutado pecho, para siempre arrullado en tal blandura, para siempre en dulce ansia despierto, sin embargo embargado oír su aliento, y así por siempre, o privarse muerto.