Acné del adulto. Dune, el Barón se cura

He aquí dos fotogramas que muestran al mismo personaje, pero en dos películas distintas; ambas con el título Dune. Parece que para la segunda Dune, dirigida por Villeneuve en 2021, al malvado Barón Harkonnen lo han mandado al dermatólogo. Así, mientras que en Dune de David Lynch, de 1984, el Barón padecía un grave acné del adulto, la versión actual nos lo presenta con un perfecto cutis de villano galáctico.

Por fin tenemos un nuevo Dune en la pantalla. Quizás era necesario para nuestro tiempo multi-pantalla. Pues bien sabemos que, hace ya tiempo, se extinguieron los jóvenes que dedicaban horas de lectura a los miles de páginas de ciencia ficción de la saga Dune. Aquella obra fue escrita por Frank Herbert en los años 60 y 70, pero también la generación actual merece su dosis de Dune, aunque sea por vía audiovisual. Preferiblemente en pantalla grande (y con mascarilla).

La nueva película aspira a llegar transversalmente a distintos grupos de edad, desde el juvenil, que será el mayoritario, hasta el más adulto. De forma equivalente, el acné también puede afectar a los adultos. Y aprovechamos aquí la oportunidad para decir algunas cosas del acné del adulto.

Acné del adulto

El acné no solo lo padecen los adolescentes

El acné del adulto, o tardío, es el que pueden padecer las personas de más de 25 años. Y es más frecuente en las mujeres. Tan frecuente que en Francia se encontró que hasta el 41% de mujeres adultas presentaban alguna forma de acné (1). Además, es mayor la repercusión del acné adulto en la calidad de vida y como causa de ansiedad y depresión (2). El acné adulto también puede causar cicatrices.

Persistente, tardío o reaparecido

Hay tres modalidades en que puede presentarse el acné en los adultos, referidas al recorrido vital:

  • La mayoría de casos es un acné persistente que empezó en la adolescencia, y persiste en la edad adulta
  • Con menor frecuencia puede tratarse de un acné que empezó de forma tardía, cuando apenas hubo durante la adolescencia.
  • Una tercer grupo serían las personas que tuvieron acné juvenil, estuvieron unos años asintomáticos pero reaparece en la edad adulta (con características distintas)

El porqué

El origen del acné del adulto, como del juvenil, es multifactorial: factores genéticos, la producción de sebo y su regulación por las hormonas, la formación del comedón por obstrucción del folículo y la inflamación.

Hay motivos que pueden dispararlo: el cuidado erróneo de la piel con productos inadecuados, cambios en medicamentos, el estrés y el tabaco. Pero en las mujeres el motivo principal es la fluctuación de las hormonas (por alteraciones patológicas, como el hiperandrogenismo, o por cambios en los anticonceptivos, embarazo o menopausia).

Cómo se manifiesta

Las lesiones del acné en los adultos se localizan con mayor frecuencia en la zona baja de la cara: mentón, mandíbula y cuello. Se trata de lesiones predominantemente inflamatorias, con menor número de comedones que en el acné juvenil. 

La repercusión psico-social que produce en los adultos es mayor que la producida en los adolescentes, quizá porque se considere un trastorno incongruente con la edad adulta. Además, este acné también puede producir cicatrices.

El tratamiento

Las opciones de tratamiento del acné del adulto, como en el acné juvenil son múltiples. El propósito del tratamiento es evitar que se formen cicatrices, y aliviar la repercusión psicológica del acné (3). 

Los tratamientos pueden ser tópicos o sistémicos (por vía oral). También algunos técnicas dermatológicas, como la dermoabrasión o feeling químico.

Existen técnicas dermatológicas para tratar las cicatrices del acné.

Referencias

  1. Poli F, Dréno B, Verschoore M. An epidemiological study of acne in female adults: results of a survey conducted in France. J Eur Acad Dermatol Venereol. 2001;15(6):541–545
  2. Gollnick HP, Cunliffe W, Berson D, et al. Management of acne: a report from a global alliance to improve outcomes in acne. J Am Acad Dermatol. 2003;49(Suppl 1):S1–S38
  3. Rocha MA, Bergatin E. Adult-onset acne: prevalence, impact, and management challenges. Clin Cosme Investig Dermatol. 2018; 11: 59-69

Dune, correcciones y curaciones

Cartel de Dune para tratar sobre la película y el acné del adulto
Dune. Warner Bros

¿Cincuenta años no es nada?

La novela Dune sí ha estado muy presente en el cine de las últimas décadas. Pero no tanto por ser adaptada como película (famosos intentos fallidos, una película amputada…) sino por su influencia en muchas otras historias filmadas. Pues Dune ha contaminado con la riqueza de sus ideas temáticas y visuales a todo tipo de fantasías épicas. Por ello el desafío que planteaba una adaptación no estaba solo en el famoso colosalismo de la historia.

También era un reto tener que trabajar con elementos que ya han sido tan incorporados a la cultura popular que, ahora, obliga a la película a navegar entre clichés. Y además, un Dune de 2021 siempre será deudor de los intentos previos, tanto de los buenos hallazgos de Lynch para su arruinada película, como de los fabulosos proyectos de Jodorowsky.

¿Cómo pasar de la era de la contracultura a la de la cultura políticamente correcta?

El paso del tiempo es la gran prueba que han de superar las historias de anticipación. Y Dune, que fue parte de la literatura contracultural de los años 60, ha envejecido mejor que la mayoría de los libros de aquella época.

Pero también es cierto que al contemplar Dune hoy día, encontramos que parte de su argumento entra como elefante en la cacharrería de la corrección política que impera en la actualidad. (Corrección política, expresión compuesta por dos términos que para cualquier arte son en sí mismos espantosos, pero que juntos conducen directamente al horror, al horror.) 

Como ejemplo de incorrecciones de esta historia, diremos que en Dune encontramos aristocracias en las que los herederos son los varones, la fuerza de las mujeres está en su brujería, se maneja con soltura el término “yihad” como algo que mola mucho, y plantea un gratificante colonialismo neofeudal.

Y no quiero dejar de mencionar entre sus gloriosos atentados a lo políticamente correcto, un alegato a favor de la tauromaquia. Pues la gran aportación española a la película no es solamente meter a Javier Bardem en el reparto, sino incorporar la idea que, el ya milenario arte de los toros seguirá con pujanza hasta el año 10.191 ¡El protagonista es descendiente de toreros! Algún hater de la película nos dirá que Paul Atreidas es Paquirrín.

(El tema de los toros estaba ausente en las anteriores versiones audiovisuales de Dune, pero esta última película es muy fiel a la novela; en el libro toros y toreros aluden a la superación del miedo y a una tradición de gente de valor.)

El miedo es el asesino de la mente. El miedo es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total. Me enfrentaré a mi miedo. Permitiré que pase sobre mí y a través de mí

(Frank Herbert, Dune)


Sí, todos esos aspectos incómodos están en la novela y son imprescindibles al contar la historia. Pero afortunadamente hay grandes temas en la novela que no causan fricciones en nuestra época de piel de seda, y quizás eviten el soponcio a los inquisidores de lo políticamente correcto. Realmente hay que pensar que esta película es posible hoy en día porque la novela desarrolla ideas que han ganado peso con el tiempo: la geopolítica y los intereses espurios, la conciencia del pensamiento ecologista como solución global, incluso el resurgimiento de la necesidad de un enfoque espiritual.

Por otra parte, en la película se ha logrado una presencia de las mujeres bastante determinante, y una diversidad racial integradora que puede calmar otras susceptibilidades.

En lo profundo del inconsciente humano se extiende la necesidad de un universo lógico que tenga sentido. Pero el universo real siempre está un paso más allá de la lógica.
(Frank Herbert, Dune)


¿El acné del adulto como estigma del malvado?

La definición de los personajes también evidencia el paso del tiempo entre esta película y la de 1984. Un recurso clásico de caracterización en el cine, que afortunadamente empieza a abandonarse, está en presentar a los malos con alguna enfermedad cutánea. La enfermedad como estigma. O, como diría Susan Sontag, la enfermedad se vuelve metáfora. Veamos el caso del barón Harkonnen.

De 1984

Parece que toda versión cinematográfica exige para el malvado barón Harkkonnen una poderosa caracterización visual. La novela explica que el barón contrajo una enfermedad en forma de descomunal obesidad que le obligaba a moverse con dispositivos para volar. Si ya teníamos la obesidad como estigma de la maldad, para le película de 1984 David Lynch añadió de su cosecha visual otra marca de maldad y degradación: una especie de acné nodulo-quístico severísimo que lo desfiguraba (y que requería tratamientos quirúrgicos de manera constante).

Supongo que la idea de Lynch fue optar por una deliberada caricatura, retratar a un villano con tal desmesura que hiciese difícil tomarlo en serio. Así, la apelación a la caricatura introducía un logrado efecto de distanciamiento bretchtiano que gustaba mucho en aquella fallida película. El actor Kenneth McMillan interpretaba a un barón Harkonnen maligno, obeso y desfigurado, pero burlón y danzarín. Un anti-Errol Flynn con acné.

A 2021

Pero en el nuevo Dune no hay momentos de levedad, ya que parece que el humor está tan proscrito para las películas de Villeneuve como el desperdicio de agua en el planeta Arrakis. Así que encontramos en su película a un Barón (Stellan Skarsgard) que, aunque es mucho más descomunal y también deformado y con alopecia universal, se presenta sin marcas en la piel de la cara. Sin acné. Se entenderá que esta “curación” dermatológica no ha sido solamente por corrección política, pues mantener el acné de este personaje hubiese sido un excesivo homenaje a la película de Lynch. 

Lo sardónico es todo lo que permite a la persona que conoce la grandeza moverse dentro de sí mismo. Sin esta cualidad, incluso la grandeza ocasional destruirá a un hombre.
(Frank Herbert, Dune)


¿Tengo que ver esta película?

Los méritos de este Dune de 2021 son indiscutibles. Pienso que el acierto primordial está en haberse puesto manos a la obra con el fundamento de un guión bien trabajado para la eficiencia narrativa. Pues sin unos guionistas competentes difícilmente se puede construir un Dune para la pantalla. Esto no lo entendió David Lynch, por otra parte un cineasta al que nadie va a recriminarle a estas alturas su vocación contraria a la coherencia y la inteligibilidad.

La película evidencia un pleno conocimiento de la obra literaria que adapta, y busca interpretar el espíritu que animaba al autor. Ya en la anterior película de Villeneuve, la meritoria Blade Runner 2049, muchas de las claves de la película estaban en haber profundizado en la biografía del autor Phillip K. Dick. Así, también aquí han acertado al centrarse en el corazón del libro de Herbert: en el desierto. De la presencia del desierto, de la inmensa desolación de esa naturaleza que descubre las profundidades del ser humano, surgió la novela, y a ella vuelve esta película.

Los peros

La grandiosidad y el artefacto operístico se han alcanzado de manera impresionante. Y hemos de reconocer que la película es impecable en sus logros narrativos y visuales, otra cosa es que dudemos de que tales éxitos basten para convertirla en una obra memorable. Si el alma de la ópera está en la voz humana, esta ópera espacial adolece bastante de falta de voz humana. Y esto lo advertimos incluso mientras permanecemos distraídos por la perfecta tramoya. Notamos que no hemos sido suficientemente partícipes de tantos avatares, que hemos viajado mucho sin vivir el viaje.

También se devalúa nuestra apreciación de esta película por no estar estructurada para alcanzar un momento de fin. Aunque la película sea una primera parte (han prometido que rodarán una segunda parte del la historia), esperábamos que satisficiese la expectativa de un final de algún tipo. 

Un proceso no puede entenderse deteniéndolo. La comprensión debe moverse con el flujo del proceso, debe unirse y fluir con él.
(Frank Herbert, Dune)


Por último, diremos dos cosa sobre la música. El acierto: que la banda sonora sea de música electrónica. El error: notamos que la música de Zimmer aplasta la película en muchos momentos. Por escasez de brillo y definición de los temas, esta música no consigue ser un elemento significativo para Dune. Parece ser que se optó por una estrategia de “acompañamiento” (inmersivo, dicen).

Ya resultó controvertida la música de la anterior película en la que el compositor alemán colaboró con Villeneuve, la mencionada Blade Runner 2049, que no logró esquivar la comparación con la creada por Vangelis para la película original. Por ello creo que Villeneuve tuvo un mejor compañero en el añorado Jóhann Jóhannsson (Arrival). Y Puestos a dar sugerencias de compositores vivos, cuánto hubiese mejorado la película contar con música de Trent Reznor y Atticus Ross (autores de la música de La red social). O quizá música de compositores con mayor dedicación a la electrónica minimalista

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