Contagio VPH. Infografía
Creo que hace tiempo que las preguntas que los pacientes nos plantean sobre el contagio del VPH (Virus del Papiloma Humano) merecían ser reunidas y condensadas....
Dermatólogo. Alergólogo. Estética-----Igualatorio--C/Castilla 10, Bajo. Santander, Cantabria. PIDA CITA
El gatillo cedió, toqué el vientre pulido de la culata y allí, con el ruido seco y ensordecedor, todo comenzó. Sacudí el sudor y el sol. Comprendí que había destruido el equilibrio del día…
Albert Camus: El extranjero
Cuatro españoles en una partida de caza de conejos por un coto de la España sesentera. Un inclemente día de sol de justicia los descubre acosados por el pasado, que había dejado todas las heridas abiertas.
Hace 57 años se estrenó La Caza, de Carlos Saura, anunciaba que otro cine español era posible. Hemos vuelto a ver esta película árida y deslumbradora, que ha sido recientemente restaurada. Y creo que no vendrá mal hablar de ella en el Blog de Piel.
Sol esterilizante, paisaje descarnado, paisanaje desecado. En esta obra los herederos de la devastación civil de España ceden el protagonismo al paisaje de la Mancha, con alguna resonancia de western. Y también su piel bajo el sol se vuelve paisaje, abrasada y sudorosa a lo largo de todo el metraje: 100 minutos de sudoración como en pocas películas hemos visto. Pues una magnífica fotografía en blanco y negro facilita este signo de la acción solar sobre la piel.
Los protagonistas parecen ser meros visitantes en esta comarca asolada. Su ocio o sus negocios desprecian la naturaleza y a los hombres que dependen de ella. Desde el principio se contraponen el lujo de la diversión deportiva frente al sistema primitivo de subsistencia que impone el medio natural. Pero iremos comprendiendo que realmente ellos también son parte de esta geografía, que esta es su tierra, y que los reclama.
Esta abrasante película no solamente hace la puñeta a los dermatólogos, se trata de una película integralmente incómoda. Desde el diseño visual al argumento resultan perturbadores; toda incomodidad tiene su asiento en La Caza. Y, aunque en su día salvó de milagro la censura franquista (era indisimulada la crítica social), la mayor incomodidad que entonces producía era volver al terreno de la guerra civil. A desenterrar sí, pero desenterrar una tierra abrasada en la que todo son secuelas y cicatrices.
Si los censores de entonces tuvieron que tragar mucha saliva durante toda la cinta, los de hoy día también tienen una dura prueba con La Caza. Vaya atentado a toda nuestro actual entramado de corrección política: una película en la que solo aparecen, brevemente, dos mujeres (aunque ellas dos sean los únicos elementos positivos). Además, en nuestro tiempo tampoco es de recibo el imperante despliegue visual de los tres carcinógenos que disfrutan con fruición los protagonistas: alcohol, tabaco y sol. Y qué decir del exquisito cuidado que se prestó a los animales: se dijo que muchas decenas de conejos cayeron bajo los escopetazos para filmar las secuencias de caza. Y las escenas en que se desuella animales quizá tampoco sean para todos los públicos.
La Caza, de Carlos Saura, suscita incomodidad, pero este cine no busca deliberadamente la provocación. Mejor entender la película como el espejo ante el que no siempre nos apetece ponernos.
“Yo lo vi” es el título que puso Goya a uno de sus desastres de la guerra. Y había que verlo, como el lo vio. También Saura podría haber dicho que vio desastres (de las postguerra). Artistas aragoneses que crean imágenes para que los demás también veamos, y nos veamos.
Creo encontrar una gradación en la película: tierra, piel, huesos. Y hay mucha piel en esta película. Vemos piel insolada, agredida, sudorosa, que busca protegerse fabricando sombra o poniendo pañuelos en la calva. Incluso se muestra un insólito momento, para la época, de aplicación en la piel de un producto para el sol (pero que en aquellos años probablemente no contuviese mucho efecto fotoprotector, si es que tenía alguno (1)). También hay una significativa escena que se centra en un esqueleto humano. Y en justo paralelismo con la piel humana veremos la desollación de varios animales. Nos duele la piel sufriente, la humana, la de los animales y la piel de la tierra.
Son las fértiles paradojas de La Caza: plantarse en la superficie cutánea (incluso con momentos de fotografía en primerísimo plano, algo que ya habíamos tratado en este Blog), resulta la mejor manera de entrar en profundidades. Como también la ubicación de la acción en amplios espacios exteriores desérticos resulta la manera idónea de plantear un mundo cerrado en sí mismo.
El tiempo de la película son los años 60, pero el lugar resulta mucho más determinante. Su paisaje eterno empequeñece las tragedias humanas: la que sucedió allí mismo 30 años antes, la Guerra, o las que puedan suceder 60 años después de la película, como también diluye la tragedia final hacia la que se encamina la historia. En lo que tiene de western, totalmente en exteriores, la película queda abocada o a la espiritualidad o al nihilismo, quizá las dos fuerzas subterráneas de nuestro país (Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta (2)).
Pero al ver La Caza quedémonos a vivir en ese escenario, no nos obstinemos en indagar en los simbolismos ni en forzar la búsqueda de significados. Singularmente el paisaje es la película. Y la inmersión que nos procuran los 100 minutos de Saura es una vivencia completa. Sol, tierra y piel retrataron a España en esta película: asolada, desolada y desollada.
LUIS: ..y quedó abrasada la tercera parte de la tierra, y quedó abrasada la tercera parte de los árboles, y toda hierba verde quedó abrasada
La Caza (y Ap 8:7)
1.- Los cosméticos efectivos para proteger la piel de la radiación solar, aunque empezaron a comercializarse en 1935, no contaban con gran efectividad en 1966, ni existía conciencia social de su importancia. No he encontrado la composición del aceite corporal que aparece en la película. Según Historia de 100 años de Nivea: En 1958 Nivea desarrollo el Ultra Oil Spray, un producto innovador para la piel expuesta al sol. En 1975 la casa Beirsdorf desarrolló un sistema de factor estandarizado de protección solar.
2.- «Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta -no fue por esos campos el bíblico jardín-: son tierras para el águila, un trozo de planeta por donde cruza errante la sombra de Caín.» (Poema Por tierras de España. Del libro Campos de Castilla, de Antonio Machado)